Decía Salvador Dalí que Perpiñán era “el centro del mundo” y aquella consideración se ha hecho ley en la que es capital de la región francesa de los Pirineos Occidentales y de la comarca del Rosellón. A un paso de Cataluña, Perpiñán tiene de todo en el gran escaparate de los atractivos turísticos: parques naturales, ríos, aguas termales, manantiales naturales, canales navegables… Y en el litoral, hay playas muy apetecibles en las que ondea la bandera azul año tras año.

Bañada por el sol y con una climatología suave durante todo el año, Perpiñán atesora playas, paisajes de naturaleza salvaje, abadías centenarias y aguas termales para disfrutar. Es un espacio ideal para la tramontana y cuenta con una de las cumbres más altas de los Pirineos franceses, el Canigou, lo que no impide que disfrute de 300 días soleados al año.

Su gastronomía tiene como protagonistas los productos mediterráneos, que se recomienda maridar con sus excepcionales vinos. El viajero podrá elegir entre decenas de restaurantes etiquetados con sellos de calidad como Sud de France, Toques Blanches o Michelin, y entre innumerables referencias de vinos. No hay que olvidarse, por supuesto, de probar el mítico “Byrrh”, un tipo de vermut elaborado con vino rojo, mistela y quinina en la zona de Rivesaltes, una de las áreas vitivinícolas más antiguas del Rosellón, en la cava más grande del mundo, en la que tiene cabida nada menos que un millón de litros.

Para chuparse los dedos

Si no quieres equivocarte a la hora de elegir restaurante y chuparte los dedos al final de cada comida, te recomendamos algunos que nunca fallan y cuya relación calidad-precio es imbatible. Se trata de Le Vienne, cuya carta contiene platos de marisco y cocina a la brasa, además de propuestas con cierto toque catalán y guiños a la gastronomía española. Merece la pena acercarse hasta Rivesaltes y descubrir el restaurante La Table d’Aimé, situado en el interior de una bodega y con un jardín de verano muy bonito y agradable. Si te gusta la carne, no dejes de pedir su espectacular carne de buey. Y en la también cercana localidad de Reynés, nos topamos con el restaurante La Dulcine, un local muy recomendable con un servicio excepcional. Tienen varios menús de diferente precio. Algunos de los platos más deseados por la clientela son la vieira rellena con ensalada, los filetes de pescado, el arancine con mejillones y los filetes de dorada sobre lecho de arroz.

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Patrimonio para dar y tomar

La oferta turística es amplia en Perpiñán y se completa con las joyas patrimoniales y artísticas, la mayoría expuestas en el Museo de Bellas Artes y en el Museo de Arte Moderno. El Palacio de los Reyes de Mallorca ilustra el esplendor de la ciudad cuando fue capital continental del territorio (1276-1344). En la catedral de San Juan Bautista, se puede visitar el Campo Santo, el cementerio de la Edad Media más grande de Europa. La arquitectura del casco histórico, principalmente gótica, se puede admirar en el Ayuntamiento, el Palacio de la Diputación, el Palacio de las Cortes, la Casa Xanxo o la Lonja del Mar. Y el Castillet es un icono de la arquitectura militar catalana. No muy lejos se encuentra el convento de los dominicos, cuya construcción comenzó en 1245 y cuya estructura arquitectónica es un emblema de la riqueza gótica tan presente en Perpiñán.

Pero la ciudad también es vanguardia y cuenta con proyectos urbanos tan contemporáneos como la nueva estación TGV o el Teatro del Archipiélago del arquitecto Jean Nouvel. Situado en la entrada de la ciudad, es un edificio que representa símbolos tan potentes como el Canigou, “montaña sagrada” de los catalanes, o el granate. Son edificios que forman las islas de un archipiélago con sus colores y formas catalanas. Por cierto, el Teatro del Archipiélago se ha convertido en muy poco tiempo en el cuarto escenario nacional de Francia y presenta 200 espectáculos al año.

El granate de Perpiñán

La joyería tradicional del granate de Perpiñán es la producción más prestigiosa de la artesanía del departamento de los Pirineos Orientales. Los joyeros han sabido preservar un patrimonio cultural precioso basado en técnicas de joyería de los siglos XVII y XVIII ya desaparecidas en el resto de Europa..

Hoy las joyas de granate de Perpiñán son productos de lujo y participan de la reputación del “savoir-faire” del Rosellón. Existe un Instituto del Granate que se dedica a preservar esta herencia cultural para que esta joya se convierta de nuevo en un nuevo símbolo de modernidad.

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Joyas de color rojo intenso

Maxime Creuzet Romeu es uno de los pocos artesanos del granate que son buscados en el mundo entero. En Perpiñán tiene su taller, donde ensambla en oro estas piezas preciosas para clientes que aman estas joyas de color rojo intenso, cuyo nombre proviene del latín ‘granatus’, que significa semilla o grado, porque recuerda a las semillas por su forma pequeña y redondeada.

Los granates que hoy se utilizan proceden en su mayoría de África, especialmente de Kenia, Mozambique y Tanzania, aunque también se encuentran en India, Sri Lanka, Rusia, algunas zonas de Rusia y América del Sur. Sin embargo, uno de los centros más interesantes de la tradición artesana del granate dentro de la joyería tradicional es, precisamente, Perpiñán.

Tierra de artistas

Tierra de artistas, Perpiñán vio nacer al célebre pintor Hyacinthe Ribaud, retratista oficial de Luis XIV, algunas de cuyas obras maestras se exponen en el Museo de Bellas Artes que lleva su nombre. Y por aquí pasaron Maillol, Picasso, Dalí, Signac, Matisse… que encontraron en Perpiñán un lugar de inspiración y algunos de ellos crearon sus talleres en el casco antiguo.

Junto a Perpiñán, se encuentra el imprescindible Museo de Arte Moderno de Céret que, con sus más de 4.000 metros cuadrados, es uno de los más grandes de la Occitania. Hay que decir que Céret ha sido renombrada “la meca del cubismo”, ya que fue un punto de encuentro de artistas de renombre universal. Este museo, situado en un edificio diseñado por el arquitecto barcelonés Jaume Freixa, alumno de Josep Lluis Sert, fue fundado en 1950 y presenta obras de pintores como Matisse, Braque, Juan Gris, Soutine, Chagall o Picasso, que cedió a la ciudad más de 70 piezas creadas por él. Y ya que estamos en Céret, no hay que perderse su mercado tradicional de productos gastronómicos que discurre por la calles de la localidad.

Una ciudad jardín

Con 237 hectáreas de espacios verdes públicos, 26 fuentes y 36 infraestructuras hidráulicas, Perpiñán es una ciudad de jardines y parques mantenidos con cero pesticidas con el fin de respetar el medio ambiente y la salud pública. El Parque Bir Hakeim, las orillas del río Tet o el andén Vauban suspendido por encima del borde el río constituyen algunos espacios muy agradables para el paseo. El parque san Vicente, de nueva creación, se ha convertido ya en un espacio para compartir gracias a la etiqueta “Eco Jardín”. Y es que Perpiñán ha hecho una apuesta decidida por las energías renovables y limpias en un territorio donde el sol brilla 300 días al año.

Aquí hay numerosos hoteles con encanto, alojamientos de lujo sencillo y auténtico. Se puede dormir en una antigua cava restaurada o en casas rurales situadas en parajes excepcionales. Una interesante opción es Mas Latour Lavail (Chemin del Vives, 55), una antigua masía catalana que ha sido completamente reformada y cuya decoración combina elementos antiguos y líneas contemporáneas. Tiene 3 habitaciones y 2 suites muy amplias y confortables que llevan con orgullo el nombre de un vino dulce natural y ofrece una decoración única en los colores de los vinos asociados a ellas. Cuenta con SPA con hammam y jacuzzi, sala de fitness, piscina al aire libre y un bonito jardín arbolado.

Otro establecimiento muy acogedor y singular es Le Mas de Colombes, situado a un paso de Perpiñán, en la vecina localidad de Oms. Allí, Eric y Nadège Colomb han diseñado una bonita casa alejada de la civilización con cinco suites que combinan lujo, confort y carácter en un espíritu cálido. La casa cuenta con piscina, spa, gimnasio y otros servicios a medida, también gastronómicos, que garantizan una estancia inolvidable y discreta en medio de la tranquilidad del entorno.

A 30 kilómetros de España

Cualquier excusa es buena para perderse y descubrir esta bella ciudad que perteneció al Reino de España hasta 1659, cuando las monarquías española y francesa firmaron el Tratado de los Pirineos. Hay que gozar de su entorno, de sus playas, parques naturales y pueblos de montaña. Y no hay que olvidar que está a 30 kilómetros de la frontera española y está muy bien conectada por AVE con Barcelona (1 hora y 20 minutos) y Madrid (poco más de 4 horas).

Orgullosa de su identidad catalana y de su espíritu festivo, Perpiñán invita a disfrutar de numerosos acontecimientos culturales que exaltan el carácter artístico de esta ciudad mediterránea y acogedora. Los amantes de la fotografía tienen que saber que aquí se celebra el certamen de fotoperiodismo Visa pour l’image.

De su larga historia, Perpiñán ha conservado un valioso legado. Importantes monumentos recuerdan este rico pasado, como el Palacio de los Reyes de Mallorca, palacio fortaleza del siglo XIV; el Castillet, emblema de Perpiñán, que fue por turnos en su tiempo castillo, puerta de la ciudad y prisión, o también el Campo Santo, el cementerio con el claustro más grande de Francia; la Iglesia de los Dominicos o el vanguardista teatro del Archipiélago diseñado por Jean Nouvel.

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