En pleno Maestrazgo, concretamente en el pueblo de Iglesuela del Cid de Teruel, y ubicado en un edificio declarado Bien de Interés Cultural en 1982, encontramos este hotel miembro de Rusticae que combina historia, tradición, lujo y excelencia.

La comarca del Maeztrazgo, en plena provincia de Teruel se caracteriza por su belleza natural, pero sobre todo por su gran Patrimonio Histórico, proveniente en su mayoría de esa época en la que los templarios jugaran un papel determinante en la repoblación y defensa de la frontera cristiana en la península ibérica. Por lo tanto, el nombre «Maestrazgo» refleja la influencia de las órdenes militares cristianas, especialmente los templarios y los hospitalarios, en la historia y la administración de la región durante la Edad Media.

Iglesuela del Cid

No nos equivocamos al afirmar que este pueblo parece detenido en el tiempo y es que con su iglesia gótica del siglo XIII y  las ruinas de su antiguo castillo, ofrece una mirada auténtica al medioevo; caminar por sus calles empedradas es como dar un paso atrás en el tiempo. En medio de estas montañas que caracterizan a esta comarca, esta localidad plagada de casas de piedra con tejados de pizarra, es atravesada por dos riachuelos que la dividen en dos grupos, uno central y dos laterales. En el central se encuentran los edificios más notables de la Villa, reflejo de un pasado de bonanza económica, y que le sirvió para que fuese declarada Conjunto Histórico Artístico en 1982.

Sus 420 habitantes, orgullosos de su pasado, mantienen con esmero su patrimonio, sus tradiciones y su entorno. En él destacan sus palacios, la arquitectura de piedra seca, y el morrón del Cid, donde se encuentran restos de la muralla y un gran aljibe, así como el magnífico santuario de la patrona de la localidad, la Virgen del Cid.

Del Cid a las Guerras Carlistas

Algunos topónimos del municipio, una leyenda e incluso su propio nombre, recuerdan el paso del Cid Campeador por el municipio. La primera referencia a la localidad se encuentra en un documento de donación de 1204 de Pedro II de Aragón a Gascón de Castellot. En 1212 aparecerá ya citada dentro de los límites de Bailía de Cantavieja, y se le otorgará la Carta de Población en 1242 por parte de la Orden del Temple.

Tras la disolución del temple pasa a manos de la Orden de San Juan del Hospital, señores del territorio durante quinientos años. En los siglos XVI y XVII las familias nobles, enriquecidas con el comercio de la lana, que en su mayoría se exportaba a Nápoles, construyeron numerosos palacios y casas señoriales de estilo renacentista, siendo esta la época de mayor esplendor para la localidad. Durante las Guerras Carlistas de siglo XIX, la Iglesuela del Cid también se ve afectada por los enfrentamientos entre liberales y carlistas. Un momento importante para la Villa es la visita del pretendiente Don Carlos V al Maestrazgo, que se alojó en la Casa Blinque durante ocho días a principios de agosto de 1837, donde además de reponer fuerzas, dictó numerosas medidas de gobierno.

Un noble edificio

El edificio en el que se encuentra el hotel que nos atañe en este reportaje perteneció en sus inicios a la familia Daudén, uniéndose más tarde a la familia Matutano. Fueron Sebastián Daudén y su mujer Francisca Oscáriz los que, en 1773, reformaron la casa convirtiéndola en el monumental palacete Daudén, de 1.500 m2 de planta. Manuel Matutano Daudén compró la parte de su primo, residiendo en el palacio hasta la década de 1970. De estilo rococó, hay que destacar el salón principal con pinturas murales. El Gobierno de Aragón compró el edificio en 1996, y tras un proceso de restauración, en 1999 se convirtió en Hospedería de Aragón.

La escalera del ruedo

Una gran escalera imperial de estilo rococó, quizás la más imponente de toda la Comunidad Autónoma de Aragón, preside el hall y fue construida en madera de pino, con celosía típica del Maestrazgo. Nunca se ha restaurado por lo que se conserva tal y como era cuando se construyó el Palacio.

La familia Matutano posee muchas casas en La Iglesuela del Cid, y muchas de ellas se encuentran en la Calle Ondevilla, en algunas puede verse el escudo de los Matutano, en el que aparece una Torre en la parte derecha y en la parte izquierda un brazo con una espada. El escudo también puede encontrarse en la Casa Blinque.

La puerta principal del palacio es la que da a la calle Ondevilla, de esta forma, desde la primera calle del pueblo, los señores entraban y se encontraban de frente con esta gran escalera, que se conoce con el nombre de “la escalera del ruedo”, ya que se puede subir por ambos lados, pues se juntan en la parte superior, permitiendo dar “la vuelta al ruedo”.

El suelo “enguijarrado”

En su origen el pueblo contaba con la plaza de la Iglesia y la calle Ondevilla. La plaza era más grande, pero cuando empezó a crecer la población, la Iglesia románica se quedaba pequeña para todos los habitantes, y en la ampliación del edificio del hotel, se restó terreno a la Plaza, y de esta manera la calle Ondevilla, en vez de partir de la plaza, queda escondida en un rincón.

El suelo actual de la entrada al Palacio Matutano Daudén es el típico enguijarrado de La Iglesuela del Cid, construido con piedrecitas de riachuelo, pero no es el original del Palacio. El original está debajo. Durante la restauración para convertirlo en hotel, se instaló el sistema de calefacción por suelo radiante y para no destruir el suelo original, se colocaron las tuberías por encima y en la última capa se hizo la reconstrucción del suelo.

Hotel miembro de Rusticae

El antiguo Palacio Daudén que hoy acoge el hotel de cuatro estrellas Palacio Matutano Daudén que forma parte del Club de selección de alojamientos con encanto Rusticae, fue declarado Monumento Nacional en 1931. De su estructura se han conservado su fachada e interiores logrando un diseño que combina la tradición, el lujo y la excelencia creando un ambiente acogedor y confortable. Cuenta con 35 habitaciones y una suite, y cada estancia del hotel ha sido concebida para que el huésped se sienta único, con un servicio personalizado.

El Palacio, dispone de varios salones para el disfrute de la lectura sosegada de un buen libro, el deleite de un juego alrededor de la mesa, e incluso el espacio discreto y tranquilo para una reunión de trabajo. Su jardín de verano, orientando hacia el sur y protegido por la Casa Blinque y el Palacio Matutano Daudén, es un oasis para el disfrute durante los meses de verano. Para reuniones de trabajo y presentaciones de productos, el hotel cuenta con salas de conferencias totalmente equipadas y un equipo de apoyo para garantizar el éxito de cualquier evento. Además, para reuniones familiares, proporcionan agradables espacios versátiles que se adaptan a sus necesidades, desde reuniones íntimas hasta grandes celebraciones.

Bienvenidas las mascotas

El hotel cuenta con una planta especialmente habilitada para alojamiento con mascotas y, con sólo avisar, equiparán la habitación con cama y cuencos para la bebida y la comida, aunque esta última corre por cuenta del huésped y no del hotel. Existe una normativa para aquellos viajeros que viajan con sus mascotas, para evitar que otros huéspedes del hotel sean molestados.

Un mundo de delicias

En el salón principal del palacio, con marcado carácter barroco, se ubica el restaurante La Torre de los Nublos, en el que se disfruta la alta gastronomía sostenible, cuya carta se basa en productos de proximidad procedentes de productores locales, y maridada con vinos ecológicos de la zona. Todo ello es un reflejo de la apuesta decidida por una cocina respetuosa con el medioambiente, el bienestar de sus comensales y la preservación del territorio y sus habitantes. El restaurante ofrece una carta de temporada, además de menú desayuno, menú sin gluten, y menú infantil, carta de vinos y carta de bebidas. Desde los grandes ventanales del salón, al otro lado de la recoleta plaza Mayor, se puede vislumbrar la Torre del Homenaje, como único vestigio, del castillo templario que protegía esta villa en el siglo XIII. La Torre de los Nublos, o del conjurador de tormentas, lleva sosteniendo la vida de este pueblo durante más de 800 años. Además del restaurante, su oferta gastronómica se completa con su Bistro Bar Palacio. Con un ambiente relajado y desenfadado, el bistro bar pone a disposición de los clientes una gran variedad de bebidas, con una selección de platos de productos de proximidad seleccionados, y con servicio de 11.00h a 23.00h. Y para aquellos que desean disfrutar de un tentempié en la intimidad de su habitación a cualquier hora del día, han realizado una selección de platos disponible en su servicio de habitaciones con productos de kilómetro 0 acompañados de un amplio surtido de bebidas.

Cuando el arte habla de historia

La conocida como Sala de los Reyes de España es justamente la antesala del comedor, y en ella encontramos imponentes cuadros de monarcas: Fernando II de Aragón, Isabel I de Castilla, Felipe IV, Isabel de Francia, Concino Concini o Margarita de Austria. El salón original del palacio, que hoy hace las veces de comedor, conserva las lámparas, los arcos, tapices, espejos, y puertas principales y balcones.

Los frescos del recinto originalmente estaban pintados en los zócalos inferiores de las paredes del salón, pero cuando se hace la restauración, se cortan, se enmarcan y se colocan en la parte superior de las paredes para darles visibilidad. Son obras de arte que hablan de la romería en la Ermita de la Virgen del Cid, de la exportación de la lana y de la importancia del ganado ovino; de la importancia de la agricultura o del arado, del puente gótico de origen medieval, de la caza o de las fiestas del pueblo.

La Suite del obispo

Así se llama la que diríamos sería la Suite Presidencial del hotel cuya sala de estar ocupa lo que fueran los restos de la capilla dedicada a San Cristóblal, y es que cuando el obispo venía al pueblo se le cedía la cama de esta suite, de ahí su nombre. Y si uno se anima a dormir en esta grandiosa suite también termina animándose a hacer uso de las instalaciones de wellnes y bienestar que en la cuarta plana, conocida como “la falsa” por ser el lugar donde se almacenaban los jamones y el grano en el palacio. Así jacuzzi, spa y gimnasio comparten espacio con una agradable cafetería.

Experiencias de corte Rusticae

Si en la selección de alojamientos miembros del Club Rusticae priman la ubicación, el compromiso con la calidad, la decoración cuidada al detalle, el trato personalizado y profesional que se ofrece al cliente, y el compromiso con la sostenibilidad y el turismo responsable, las actividades en destino que se atreven a recomendar van en la misma línea. Nosotros, siguiendo sus recomendaciones realizamos la búsqueda de trufas (Teruel es el mayor productor de trufa de España), de la mano de Setrufma, una empresa familiar dedicada a la recolección y procesado de setas y trufas frescas del maestrazgo. Gracias a sus perros entrenados es posible vivir, previa reserva esta gran actividad de campo mediante la cual es posible conocer los secretos de este preciado producto.

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