Viajar es como escribir: la mejor forma de gozar y sufrir mucho en poco espacio de tiempo. En el viaje los días parecen meses y los meses años. Es el modo más sencillo que conozco de alargar la vida. La forma complicada es el amor. Del amor a los amigos, a los amantes, a los hijos, a los maridos, a las mujeres. Del amor a los enemigos.  Del amor humano hablaremos otro día.  Porque hay otro amor que es el que nos trae a esta isla en la que se refugiaron Chopin y George Sand no para disfrutar su pasión sino para ocultarla. Si llegas a Mallorca con alguien te enamoraras con seguridad, pero de Mallorca.

Y yo he venido a Mallorca a enamorarme. De los sabores, de los olores. Esta isla hace mucho que conquistó el aire. He peregrinado a Mallorca para dejarme atrapar por el amor fou. El amor a la tierra, al paisaje, a los gustos, sabores y olores.

Cuando quiero viajar lejos no lo hago en avión ni en escoba sino con una cuchara y un tenedor. Nada nos hace soñar y nos cambia tanto como una comida que nos transforma. La gastronomía no sólo es arte, es vida. Una escapada de sólo dos días a dos de los hoteles y restaurantes icónicos de Mallorca y sentimos que han sido unas vacaciones muy largas. Las ciudades son libros para leer con los pies. La ciudad vieja de Mallorca. Las piedras hablan y cuentan historias de piratas y princesas.

Un hotel: El Llorenc Parc de la Mar. Una terraza: El Rooftop. Un restaurante: Dins de Santi Taura, donde podemos comernos Mallorca a bocados, a dentelladas y también olerla, paladearla.

Santi Taura galardonado con una estrella Michelin es un chef que ha hecho historia y que nos cuenta la de su isla a través de sus platos. El diseñador sueco Magnus Ehrland se ha dejado influir por el lujo árabe de la Almudaina para este hotel con vistas a la bahía en el Barrio de la Calatrava. Es un hotel solo para adultos.

Me gusta vivir en los hoteles como hacía Agatha Christie o como Carmen Martin Gaite que buscaba hoteles para terminar sus novelas. Yo los busco para empezarlas. Hoteles como el Vicenc de la Mar en el norte de Mallorca donde he venido en busca de otro restaurante de Santi Taura y de este alojamiento famoso por su sala de cine privada donde famosos directores han preestrenado sus películas para los muy pocos.

En esta ruta gastronómica descubrimos las aves encurtidas servidas con pimienta, del bacalao cocido en leche, cebolla y nuez moscada. Probar la salsa de “almadroc” con cochinillo negro y granadas para viajar en el tiempo, al pasado medieval.  O las panadas mallorquinas de pez roca y la batata asada con miel que deja al comensal con una sonrisa en la boca para toda la tarde.

Un buen restaurante es el que te cambia un día. Un buen hotel el que te cambia un viaje. Un viaje maravilloso es el que te cambia la vida. La escapada a Mallorca y al mundo de Santi Taura sólo ha durado dos días, pero en el viaje los días parecen años y la vida se hace más ancha, más larga y más sabrosa.

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