Arquitectura rompedora, y clásica, diseño por doquier, restaurantes exclusivos, aceite de calabaza, y mucho más, se encuentran en la monumental capital de Estiria.
Hay lugares privilegiados desde donde apreciar esta ciudad, lo suficientemente grande para tenerlo todo, y pequeña para que resulte cómoda, a la medida de los 300.000 habitantes que la convierten en la segunda ciudad de Austria. Para un primer e impactante vistazo, ninguno como la ventana de la habitación en el Hotel Wiesler. Al abrirla, el río Mur se cuela por ella. Lo hace visualmente, partiendo en dos la tranquila ciudad barroca, y lo hace musicalmente pues el sonido del río acompaña la estancia. Se observa el puente Tegetthoff, forrado con candados que simbolizan amor eterno. Tras el puente aparecen la iglesia franciscana y la silueta barroca del casco antiguo, del que asoman las cúpulas de Nuestra Señora del Socorro, las del ayuntamiento y apenas se vislumbra el tejado del Parlamento, que cuenta con una de las armerías más completas del mundo. La omnipresencia de la torre del reloj entra en la panorámica ventanal, erguida orgullosa en la colina del castillo, al que sobrevivió cuando Napoleón mando derribarlo. Emblema inequívoco de la ciudad y la primera en darle los buenos días y desearle buenas noches. La vista alcanza la fortaleza de Schlossberg, cuyos muros de treinta metros de altura y ocho de grosor, se jactan de no haber sido conquistados jamás.
Sorprendente Graz
Transgresora es la enorme estructura azul plastificada, con forma de corazón, en cuyas paredes se refleja la ciudad y que acoge el Kunsthaus, Museo de Arte Contemporáneo. Fue levantado en el 2003 con motivo de la nominación de Graz como capital europea de la cultura .Al igual que el cristalino puente-isla Mur flotando en el río, obra de Vito Acconci, que, si fue colocada temporalmente con motivo de la capitalidad cultural de Graz, tras conquistar a la gente, se ganó la permanencia.
Del pasado al presente
Cruzando el puente Tegetthoff se entra en el casco viejo, uno de los más completos de Europa Central, merecedor en 1999 del nombramiento de la UNESCO como ciudad patrimonio de la humanidad. En el se observan las influencias báltica y mediterránea, de cuando sirvió, durante siglos, como punto de encuentro de la Europa central. Sello que se observa en diferentes ámbitos, entre ellos la arquitectura con clara impronta italiana.
¡Cuidado con los tranvías que parten de la Hautplatz!, protagonistas móviles de la urbe. Son divertidos y cómodos, pero también tienen su peligro ya que, a pesar de su visible estructura, circulan en silencio. En la Hauptplatz están el ayuntamiento y la estatua al archiduque de Habsburgo, del s. XIX. La fuente de Erzherzog Johann es el centro neurálgico de Graz, y la rodean puestos callejeros, de flores y salchichas. Cabe resaltar la farmacia más antigua de la ciudad, Adler Apotheke 1535, y los soportales de Luegg Haus del s. XV.
De la plaza nacen las principales calles del casco antiguo. Entre ellas las de Herrengasse, Schmledgasse, Sackstrasse, Sporgasse y Murgasse, por las que se salpican restaurantes y bares seductores, véase Torona Bar, el único de pinchos de Graz, que lleva casi un centenar de años sirviendo los mismos bocados y es punto de reunión de los gracienses, o la panadería real Hofbäckerei Edegger-Tax, de preciosa fachada y aromas hogareños que flotan en el aire.
El distrito 5 está poblado por tiendas de diseño, sostenibles la mayoría. Un ejemplo es Kwirl, la tienda donde Iris Kastner expone una selecta variedad de objetos de artistas de Graz, o Essembly que vende ropa sostenible con diseños vanguardistas.
La Corona de Graz
Se le llama al barrio cuya monumentalidad le ha merecido el apelativo. En el se encuentra la Catedral de San Gil o de Graz, de estilo gótico tardío e interior barroco, con un magnífico órgano. La catedral se da la mano con el Mausoleo del emperador Fernando II, una muestra del manierismo, obra del arquitecto italiano Pietro de Pomis. Fernando II quiso hacer de Graz la capital del imperio, deseo que se vio truncado por la guerra de los 30 años. Graz quedaba muy lejos de la contienda y se optó por la situación estratégica de Viena. No obstante, la declaración de Graz como residencia imperial de los Habsburgo durante casi 250 años, le otorgó el aurea especial que define a la monumental ciudad.
Construcción importante es el seminario de los jesuitas, de arquitectura renacentista severa, cuyo patio guarda una entrañable la escultura del muñeco de nieve de Manfred Erjautz, 2005, con un charco de agua en su base, simbolizando la temporalidad de la vida. Al salir del seminario se encuentra la puerta barroca de Carlos II de Estiria, quien también fundó la universidad que lleva su nombre. Siguiendo la ruta de la corona de Graz, se pasa por la Opera, los mercadillos de artesanía de los que se compraría casi todo, y se llega a la antigua residencia de los Habsburgo. Una vez allí , hay que subir por la escalera de doble espiral , s. XIV, la llamada de reconciliación, que se separa durante el ascenso para volver a unirse al final .
Desde la cima
Para ascender a Schlossberg se puede coger el ascensor cristalino, pero también el funicular de 1894 que tiene a gala no haber sufrido nunca un percance. Arriba, hay mucho que ver: la fortaleza, las casamatas donde se celebran el festival de verano de jazz y las torres del reloj y del campanario. Sin embargo, lo que imanta nada más saltar del funicular, son las impresionantes vistas que se divisan desde cualquier esquina de la colina. En ellas, predomina el color rojo de tejas ancestrales, se ve a la perfección el casco viejo, la corona de la ciudad , los almacenes Kastner de 1873, el río Mur con su isla. Y sobresale entre todo ello, el latido azul del corazón del Kunsthaus. Otro lugar donde disfrutar de la excepcional vista, bebiendo una cerveza Gösser y probando las ensaladas con aceite de calabaza, es el restaurante Aiola Upstairs en la cima de Schlossberg.
A la luz de las velas
No se puede dejar la ciudad sin visitar el castillo Eggenberg de construcción gótica, s. XVII. Su original estructura y diseño están basados en el calendario gregoriano, como se puede adivinar en la curiosa secuencia de 24 habitaciones, doce con puertas blancas para el día, otras 12, negras, en honor a la oscuridad nocturna, 356 ventanas, cuatro torres como puntos cardinales, y cuatro frescos que representan las estaciones.