Esta ciudad china te apabulla con el delirio lumínico de sus noches, te empequeñece con sus rascacielos y te hace retroceder a la infancia en su estallido de luces y colores. Con su mezcla de contrastes, sorprende, hipnotiza y acongoja a un mismo tiempo. Pocos lugares del mundo provocan tal cúmulo de reacciones como Shanghái, el escaparate al mundo de la China del S.XXI.
La ciudad más occidental de China con permiso de Hong Kong, los grandes centros comerciales se prolongan en calles repletas de tiendas de lujo. Kilómetros de tiendas donde los chinos enriquecidos en los últimos años compran con un desenfreno inusitado. Al lado, los antiguos barrios de casas bajas sobreviven como pueden al furor constructor que impera en la ciudad. Frente a una tienda de lujosos Lamborghini, circulan viejos motocarros cargados de todo tipo de mercancías. A pocos metros de una brillante tienda de Cartier, se abre una estrecha calle con ropa colgada en las fachadas.
Durante el día reina cierta tranquilidad. Pero a medida que cae la tarde, masas ingentes de personas abarrotan restaurantes, centros comerciales y calles peatonales. En el paseo del Bund, en el mercado Yuyuan o en la calle Nanjing avalanchas humanas te arrastran y te engullen. Esta es la nueva China, fascinante, vibrante, intensa, moderna y antigua al mismo tiempo. Por ello, te traemos cinco motivos que justifican por sí solos un viaje a Shanghái:
1- El espectáculo nocturno
Abre los ojos y dejarte deslumbrar por el espectáculo nocturno de Shanghái. El delirio luminoso no comienza hasta las 6 de la tarde. Puedes disfrutarlo desde el paseo del Bund que a esas horas ya empezará a estar lleno de gente. O desde alguno de los miradores de los rascacielos de Pudong.
El derroche de luces y colores alcanza sus cotas más elevadas al anochecer. El Bund, y sobre todo Pudong con sus rascacielos, iluminan el skyline de Shanghái. Los juegos de luces se alternan con fuentes de colores, edificios que se iluminan y se apagan en armonía a lo largo de las orillas del río Huangpo. Sí, Shanghái resplandece con una coreografía propia de millones de lámparas, neones, bombillas y leds que iluminan el mundo. Porque desde aquí China muestra así al mundo su poder, su fuerza y su empuje. El Siglo XXI es de China, y los chinos lo saben.
Al anochecer las vistas se vuelven inolvidables, casi magnéticas. Desde el paseo del Bund miles de personas miran extasiadas, apenas sin moverse, la exhibición de poderío que se ofrece ante sus ojos. Es uno de los mayores espectáculos urbanos del planeta. Si quieres disfrutarlo desde las alturas, te recomiendo subir a algunos de los mejores rooftop de la ciudad. Como el Roof del hotel The Shanghái Edition, a la Sir Elly’s Terrace del Hotel Peninsula, o al Vue Bar del hotel The Hyatt on the Bund.
2.- El Bund y el skyline de Shanghái
Los orígenes del paseo del Bund se encuentran en el intento de las potencias occidentales por hacerse con el comercio chino en el S.XIX. Esa es la razón de que los edificios que bordean el río Huangpu a lo largo del Bund tengan un aspecto tan europeo. Tras las 2 Guerras del Opio que perdió China, ingleses y franceses se hicieron con el control de la ciudad declarándola ciudad libre para el comercio internacional. A ellos se sumaron estadounidenses y japoneses, convirtiendo en Shanghai en la ciudad más rica de la China de finales del XIX y principios del XX.
De esa época datan los edificios que bordean el mítico Bund y que hoy son la sede de edificios gubernamentales, de bancos y de empresas chinas. Más de un siglo después, el Bund vuelve a brillar con luz propia, pero esta vez la energía y el dinero que lo ilumina son auténticamente chinos.
Hoy la imagen de Pudong desde el Bund es la más conocida de Shanghái. De día o de noche, entre la niebla, lloviendo o iluminado, el skyline de Pudong es omnipresente. Es un imán para la vista y sus rascacielos son un referente escénico sin parangón. Muchas ciudades como Nueva York, Chicago o Tokio tienen magníficos skylines. Pero pocas ciudades ofrecen una perspectiva tan armónica como la que ofrecen los rascacielos de Pudong vistos desde el Bund.
El paso por el río de los barcos turísticos iluminados tampoco tiene desperdicio. La mayoría ofrecen paseos al anochecer para ver los edificios iluminados. Además, algunos también la posibilidad de cenar a bordo. Por todo esto, el Bund se convierte en el centro del mundo cuando anochece en Shanghái.
3.- Pudong, el escaparate de la nueva China
En Shanghái hablar de rascacielos significa hablar de Pudong. Hasta hace un par de décadas esta orilla del río situada frente al Bund estaba ocupada casi por completo por campos de cultivo. Hoy resulta imposible imaginarlo porque Pudong es el paraíso chino de los rascacielos, a cada cual más imponente. También de los más modernos centros comerciales rebosantes de tiendas de lujo y restaurantes para todo tipo de gustos y de bolsillos.
Desde lo alto de los rascacielos de Pudong, las vistas panorámicas de la ciudad son fascinantes. Las vistas desde el mirador de la planta 100 del Shanghái World Financial Center, con sus 492 metros de altura, cortan la respiración. Otros rascacielos, como la Torre Jing Mao, o la conocida Oriental Pearl Tower, quedan empequeñecidas tras los grandes ventanales de este edificio en forma de abrebotellas. Y entre estas moles de cemento, acero y cristal, sobresale por su tamaño descomunal la Torre de Shanghái que con sus 632 metros es el edificio más alto de China.
El paseo elevado que lleva desde la base de estos gigantes hasta la base de la Oriental Pearl Tower es una caminata escénica. La zona elevada está reservada a viandantes, mientras que por abajo discurren las grandes avenidas que cruzan Pudong. Pero si hay una construcción que destaca entre las demás, esa es la Oriental Pearl Tower de 468 metros. Una gigantesca torre de comunicaciones reconocible a kilómetros por sus 5 monumentales esferas acristaladas de color entre rosado y violeta. La mayor de estas esferas tiene 50 metros de diámetro.
4.- Visitar el templo budista de Jing An
Paz y tranquilidad. Eso es lo que significa y lo que quiere ser el templo budista de Jing An. O al menos lo intenta. Este complejo religioso está considerado el más antiguo de la ciudad, aunque su historia ha sido un tanto tormentosa. A lo largo de los siglos fue renovado y ampliado, por eso el templo que vemos es relativamente reciente ya que data de la dinastía Quing (S.XIX). Durante la Revolución Cultural china de Mao, el templo de Jing An fue trasformado en una fábrica de plásticos. Y en 1972 parte de sus instalaciones fueron incendiadas.
Tras años de abandono, fue reconstruido recuperando su función religiosa en 1983. Y ahí está desde entonces, intentando ofrecer un remanso de calma en la alocada Shanghái del S.XXI. Sus decorados techos y sus grandes estatuas de leones dorados contrastan con los edificios ultramodernos que lo rodean. Por eso Jing An es la viva imagen de la China de hoy: un contraste absoluto entre un pasado que ya no es y un presente que se impone de manera implacable.
5.- El mercado y los jardines de Yuyuan
Venir a Shanghái y no adentrarse en el mercado de Yuyuan al atardecer supone perderse unos momentos mágicos. El mercado de Yuyuan es, en realidad, un centro comercial renovado manteniendo la decoración y el estilo de la antigua arquitectura china. Aquí todo son tiendas de recuerdos, de té e infusiones, de ropa, complementos de moda, dulces, pasteles y un largo etcétera de productos pensados para el turista. Pero también encontrarás artesanos trabajando la madera o el metal a la manera tradicional. Además de cafeterías y restaurantes con una increíble variedad de platos típicos.
Pero es al atardecer, momento en el que todos los edificios de Yuyuan se iluminan, cuando se tiene la sensación de viajar al antiguo Oriente. El reflejo de sus edificios en el agua del estanque de la Casa del Té, la Huxinting, resulta idílica ¿Es un sueño? ¿Es realidad? Las dos cosas sin duda. Es imposible resistirse a esa ensoñación y no sentir que estás caminando por las calles de un mercado de la antigua China.
Pero los edificios del mercado ocultan una sorpresa. Y esta vez es auténtica: el Jardín Yuyuan. Tras pagar la entrada accederás a un auténtico jardín chino tradicional de la dinastía Ming. Su creador fue un alto funcionario chino que entre 1559 y 1577 decidió recrear los jardines imperiales. Con el tiempo la familia del funcionario se arruinó y el jardín cayó en el abandono. Hasta que fue comprado por un grupo de comerciantes en el siglo XVIII. Hoy gran parte del jardín Yuyuan se mantiene tal como se creó, con sus puertas redondas, sus pasadizos, pabellones, galerías y estanques.
En Yuyuan verás que, tanto el puente que va a la Casa del Té como los del interior del jardín, van en zigzag. Y que todas las puertas cuentan con escalones. Eran algunas de las artimañas pensada para evitar que los malos espíritus, que sólo avanzan en línea recta, pudieran acceder a todos estos lugares.
Te aconsejo visitar el jardín a primera hora de la mañana cuando todavía no está invadido por miles de paseantes. Es el único momento en el que podrás disfrutar de la paz y de la armonía que todavía trasmite este jardín considerado uno de los más famosos de toda China.
Estas 5 visitas justifican por sí solas una estancia de varios días en Shanghai. Pero en esta enorme ciudad de más de 24 millones de habitantes hay mucho más que ver. Como la gran arteria comercial de la Nanjing Road con sus cientos de tiendas de moda y restaurantes.
De la Concesión Francesa gobernada por Francia desde 1849 a 1946, apenas queda nada. Hoy es una zona comercial más que conserva en algunos rincones un cierto ambiente europeo. Algunas calles empedradas, casas bajas, cafeterías con terrazas y muchas tiendas conforman un espacio agradable para darse un paseo, ir de compras y poco más.
Otro lugar muy recomendable es la Plaza del Pueblo. Aunque más que la Plaza, recomiendo la visita al parque adyacente. Allí podrás encontrar a gente normal cantando canciones tradicionales, a practicantes de Tai Chi ejecutando sus movimientos a la sombra de los árboles y a grupos de hombres jugando a las cartas. También verás intensas partidas de dominó y del popular mahjong. Este parque es de esos lugares donde todavía se puede sentir el pulso de la China más tradicional.
Pero un viaje a Shanghái no está completo sin la visita a las cercanas ciudades de Hangzhou, Zhujiajiao o Suzhou. Aquí encontrarás una china más tradicional que la que hemos visto en Shanghái. Conocidas como la “Venecia de China”, son famosas por sus canales de agua, jardines tradicionales, pagodas y templos, y por sus calles con farolillos rojos que se encienden al atardecer.
Un viaje a la tradicional China de ayer y a la ultra moderna China de hoy en unos pocos kilómetros. ¿Qué más se le puede pedir a Shanghái?