El ascenso al Volcán Acatenango, una de las joyas más impresionantes de Guatemala, se ha convertido en un hito imprescindible para los viajeros aventureros que desafía tanto el cuerpo como el espíritu. La travesía que realiza Civitatis comienza en la encantadora ciudad colonial de Antigua y culmina con una vista inolvidable del Volcán de Fuego en plena actividad.

Antes de enfrentar la montaña, los viajeros suelen pasar unos días en Antigua Guatemala, una ciudad que es en sí misma una experiencia. Con sus calles empedradas, coloridos edificios coloniales y una vibrante escena cultural, Antigua ofrece un contraste fascinante con la naturaleza cruda del Acatenango.

A 400 metros de distancia, el fuego y la lava se intensifican, y la experiencia adquiere un nivel  más de emoción.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Antigua es un lugar donde la historia se siente en cada rincón. Los viajeros pueden explorar ruinas de iglesias y monasterios, visitar mercados artesanales y disfrutar de la gastronomía local en restaurantes que van desde lo tradicional hasta lo gourmet. Es una ciudad que invita a relajarse, pero también a prepararse mentalmente para el reto que se avecina.

El ascenso a la cima

 

El viaje hasta lo más alto del volcán Acatenango, uno de los 288 con los que cuenta el país, es una de las experiencias más memorables que se pueden tener en Guatemala. Con una altitud de 3.976 metros, es el tercer volcán más alto del país y ofrece vistas panorámicas que se extienden hasta el Océano Pacífico en un día despejado.

El recorrido, que se suele realizar en dos días comienza temprano en la mañana desde Antigua. Los guías, lo recomendable es contratar la experiencia con compañías de confianza como Civitaits, considerados el n°1 en actividades, excursiones y visitas guiadas en español por todo el mundo, recogen a los aventureros y los llevan hasta el punto de inicio del sendero. Desde allí, comienza la caminata que, aunque desafiante, está bien organizada y adaptada a diferentes niveles de habilidad.

La primera parte del ascenso atraviesa campos de cultivo y bosques de pinos, donde la inclinación es moderada pero constante. A medida que se gana altura, la vegetación cambia y los árboles dan paso a un paisaje más árido y volcánico. Los últimos tramos son los más exigentes, con pendientes empinadas y un terreno de grava volcánica que pone a prueba la resistencia física y mental.

El campamento base

Al final del primer día, tras cinco horas de subidas y cuatro paradas, los excursionistas llegan al campamento base, situado a unos 3.600 metros de altitud. Aquí es donde la magia comienza. Desde este punto, se puede ver el cercano Volcán de Fuego, uno de los volcanes más activos de Guatemala. De noche, el fuego ofrece un espectáculo impresionante, con erupciones de lava que iluminan el cielo y retumban en la distancia. Es un momento que deja a todos sin aliento, y es precisamente lo que hace que la dura subida merezca la pena.

Para aquellos que aún conserven fuerzas, podrán realizar un recorrido extra de tres o cuatro horas hasta las proximidades del Volcán del Fuego. A 400 metros de distancia, el fuego y la lava se intensifican, y la experiencia adquiere un nivel  más de emoción.

El campamento está bien equipado con tiendas de campaña, sacos de dormir y comidas preparadas por los guías, quienes se aseguran de que todos los excursionistas estén cómodos y bien alimentados. A medida que la noche avanza, el frío se intensifica, pero la experiencia de compartir historias alrededor del fuego y contemplar el cielo estrellado es inigualable.

La cima del Acatenango

El segundo día comienza antes del amanecer, con una última subida hasta la cima del Acatenango. Este tramo final es el más empinado y desafiante, pero llegar a la cima justo cuando el sol comienza a asomar en el horizonte es una experiencia indescriptible. Desde lo alto, se puede ver la cadena de volcanes que atraviesa Guatemala, el paisaje ondulado de la región y, por supuesto, el majestuoso Volcán de Fuego en plena erupción.

La cima del Acatenango es un lugar para reflexionar sobre la fuerza de la naturaleza y el logro personal que representa haber llegado hasta allí. Las vistas son panorámicas y ofrecen una perspectiva única de la geografía guatemalteca, donde los volcanes y la selva se encuentran con el cielo.

Confort y recuperación

Después del descenso, que suele ser más rápido pero igualmente exigente, los viajeros regresan a Antigua. Muchos optan por alojarse en uno de los encantadores hoteles boutique de la ciudad, donde pueden disfrutar de una merecida ducha caliente y una comida reconfortante.

Antigua ofrece una amplia gama de alojamientos, desde hostales económicos hasta hoteles de lujo, cada uno con su propio encanto. Muchos de estos lugares cuentan con agradables patios y vistas al volcán, lo que permite a los aventureros relajarse y recuperar fuerzas en un entorno sereno.

Hearth Lodge Antigua Guatemala cuenta con un ambiente tranquilo en la montaña. Ofrece zonas de bienestar, como su Temazcal o la sauna maya, un restaurante de cocina local, clases de yoga y aventuras en la naturaleza. Además, ofrece ceremonias mayas de cacao o fuego dirigidas por un chamán para completar una experiencia cultural y espiritual.

Hearth Lodge Antigua Guatemala
Hearth Lodge Antigua Guatemala
Desafíos y recuerdos

Desde la encantadora ciudad de Antigua hasta las emocionantes vistas desde la cima, esta aventura es algo que quedará grabado en la memoria de quienes la vivan. Guatemala, con su impresionante paisaje volcánico y su rica historia, es un destino que no solo ofrece desafíos, sino también recompensas que van más allá de lo esperado. Para los buscadores de aventuras, el Acatenango es un viaje que, sin duda, vale la pena emprender.

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