Influenciando por el arte pop y el cómic, Carlos Álvarez Las Heras ha conseguido a sus 42 años, destacar y posicionarse a nivel nacional e internacional en el top de los pintores contemporáneos. Con orgullosas raíces leonesas y dotes innatas para hablar, de esas que atrapan hasta el último trago, Carlos Álvarez Las Heras (León, 1982), ofrece en sus obras visión de los placeres de la vida a través de sus obras que sigue un patrón de colores vivos, distorsionando el tiempo y el espacio. Sus cuadros y murales generalmente exploran la interacción humana y los entornos abstractos, con un enfoque figurativo donde la elegancia, la música y la vida social son el centro. Un trabajo que se realiza directamente sobre lienzo, no hay bocetos previos, se originan directamente sobre la tela.
Un arte que Álvarez Las Heras ha podido transmitir al mundo en ferias internacionales como ARCO Madrid y JUSTMAD y exponiendo en ciudades como París, Londres o Milán. Ha realizado exposiciones individuales en importantes galerías y museos, como la Galería José Lorenzo en Santiago de Compostela, la Galleri Tom Christoffersen en Copenhague y el Museo Casares Quiroga en A Coruña. Sus obras también forman parte de diversas colecciones institucionales y privadas, incluidas las del Instituto Cervantes y la Fundación Caja España. Ha recibido premios y reconocimientos por su trayectoria, destacando su evolución constante y el uso de técnicas mixtas en sus composiciones. Hasta la fecha, ha trabajado también con instituciones como el Colegio de España en París, donde recibió la Medalla al Mérito Artístico, y ha pintado murales para las embajadas de España en Albania y en La Habana (Cuba).
Inspiración desde la infancia
En León, siendo muy pequeño, Carlos Álvarez las Heras tenía un vecino, Benito Escarpizo, profesor de Bellas Artes en la universidad y reconocido pintor de su tierra, con quien pasó años en su estudio y aprendió mucho de él. Ese fue el germen de lo que es Carlos hoy en día. “De niño me entretenía dibujando y copiando mis cómics favoritos. Uno crece y siempre aparecen nuevas opciones con las que pasar el tiempo. Pero con 20 años dibujar y pintar seguían ahí, no ya como un hobby sino como algo necesario, vital. No es que quiera hacerlo, es que tengo que hacerlo. De ahí a exponer o vivir de ello es otro tema bien distinto”.
Con 18 años llegó a Madrid y estudió en CUNEF Universidad la carrera de Administración y Dirección de Empresas, pero según señala, es «otro arte, pero no el mío». Compaginó los estudios con sus primeras exposiciones. Justo al terminar la carrera el interés por su obra se intensificó, especialmente cuando en 2007 alcanzó uno de sus grandes hitos, el mural “Bienvenidos”, 24 metros de obra que acaban de restaurar en la estación de autobuses de León inaugurado por el presidente de la Junta de Castilla y León.
León, Madrid o Santo Domingo
Cada lugar al que pertenece le han servido de influencia en su obra, experimentando diferentes procesos creativos. “León es mi casa, mi valor seguro. Cuando necesito despejar la mente, refrescar las ideas, en León siempre encuentro inspiración. Es un lugar más de papel y lápiz. Madrid es el taller donde más tiempo paso trabajando. Me lo ha dado todo y es una ciudad maravillosamente efervescente donde encuentro muchos estímulos. República Dominicana, por otro lado, es luz y color. Un regalo que me trajo la vida al casarme con mi mujer, que nació allí y adora su patria. No podría explicar los últimos 10 años de mi trabajo sin ella”.
Su gran salto internacional
El reto de salir fuera de España fue una motivación personal, que “no hubiera conseguido de no ser por galeristas, coleccionistas y amantes del arte que se sintieron identificados con mi obra”, aclara el pintor. Su salto a la internacionalización no hubiera sido posible sin esos primeros locales, en León. “Digamos que tanteé el terreno profesional primero en un ambiente propicio, cercano. Aproveché también encontrarme en Madrid para relacionarme con gente que, al igual que yo, estaba empezando. Es un periodo de encontrar respuestas, necesario, porque no es lo mismo tener un hobby sin presión alguna que poner en valor tu trabajo”.
Asimismo, su obra se entiende en cualquier lugar del mundo. “Al trabajar una pintura figurativa, muy humana, mi lenguaje es muy universal”, pero el público con el que siente que más conecta son los niños. “Mis tres hijos de 2, 5 y 7 años mantienen vivo mi yo infantil”.
La curiosidad de las relaciones personales
Valora mucho las relaciones personales, por eso pinta fiestas, “en ellas ocurren situaciones muy diversas que me generan curiosidad. Por ejemplo, no por estar en una fiesta todo el mundo tiene que estar pasándola bien. Además vivimos durante el Covid-19 un tiempo en el que algo tan cotidiano como juntarnos estuvo prohibido. Hubo mucha ansiedad derivada de una falta de libertad. Las pinturas de esta serie hablan también de ello”.
Colores vivos y sin patrones
“Dado que no trabajo con ideas preconcebidas, procuro no abusar tampoco de estudios de color muy académicos. Lo espontáneo por definición carece de patrones. En la calle o en una cafetería cada cual viste cómo quiere y yo procuro llevar esas licencias de color al lienzo. Mi trabajo es que toda esa anarquía cromática funcione”, explica Carlos Álvarez las Heras.
Conexión con el espectador
Aunque no cree que haya una fórmula para conectar con el espectador, señala que “es indudable que existen obras universales, magnéticas para la mayoría de las personas. Pero los artistas que las crearon tienen muchas otras raramente tan notables. La única fórmula que yo he seguido ha sido la de ser fiel a mí mismo. Pintar más por impulso que en serie. Por eso doy mucho valor a conectar más que con una obra solitaria, con un conjunto de ellas, con una exposición o con una trayectoria. En la música es muy frecuente. Mucha gente escucha una canción en bucle, un éxito, sin profundizar en que más esconde el disco de ese artista”.
“Aún aprendo”
Humilde y cercano, Carlos nos devela que no tiene grandes aspiraciones, “me propongo seguir conociendo a personas válidas que me aporten cosas nuevas. Mi lema es el “aun aprendo” del grabado De Goya. Me gustaría que mi obra colgase en lugares donde signifique algo a quienes habiten en él, más allá de si les resulta o no bonito”.